Llegué como anima hasta la profundidad silenciosa de mi intención de ser gigante, donde las reinas construyen inconstantemente con martillos percutores y puntiagudos. Me abrí paso en la neblina, siento musgo en las paredes con la punta de los dedos de mi mano entumecida y miedosa, me deslizo semi flotante hasta sentir calor solar como rayos luminosos sobre mis mejillas tomatinas.
Tiempo de habas con lechuga y Cat Stevens. Tiempo de escuchar la historia de las mujeres pequeñas que escriben con tinta y se manchan los dedos; tiempo de chocolate y olor a rosa. Tiempo de pelaje suave y aterciopelado con venda en la pata.
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dicen pio